RESEÑA de HHhH, de Laurent Binet
Por Jordi Bel:
HHhH, «Himmlers Hirn heisst Heydrich», «El cerebro de
Himmler se llama Heydrich», es el título de esta novela histórica/ensayo donde
Laurent Binet nos cuenta de forma muy peculiar, a la vez que crítica, el
asesinato de uno de los líderes más importantes de la Alemania nazi.
Reinhard Heydrich, “el carnicero de Praga”, fue el segundo
al mando de las SS y jefe de la Gestapo, las SA y la RSHA. Organizó además, las Einsatzgruppen
(grupos especiales de las SS que se encargaban de los asesinatos en masa), y
presidió la conferencia de Wannsee donde se gestó la Solución Final.
Digo peculiar, porque el autor relata los hechos tal y como
sucedieron mientras describe las situaciones que le llevaron a hacerlo. Vendría a ser como una especie de Metaliteratura, donde el
escritor interrumpe el relato para aclarar algo, hacer juicios sobre la obra en sí y su elaboración, tratar temas relacionados con el género y las técnicas
narrativas, o simplemente hablar de la literatura en general. Un libro de poco más de 250
páginas narrando cómo se perpetró un atentado del cual, a la mitad de la novela, todavía no se ha descrito nada. Antes de esto, nos adentra en las causas que llevaron al partido
nazi al poder. Cómo personajes como el mismísimo Hitler, Himmler,
Heydrich o Goering llegaron a controlarlo. En resumidas cuentas, se nos relata cómo
con un sinfín de traiciones y mentiras sumió al mundo en la Segunda Guerra
Mundial.
Es crítico, sí. Hay
momentos de la novela en los que incluso parece que el autor posee la verdad absoluta sobre lo que pasó, y sobre cómo debieron de haber
actuado los grandes personajes de la época. Puede pecar de soberbia, pero no
deja de ser su opinión. Laurent tiene una visión muy personal de lo que es la
verdad histórica, y continuamente hace referencia a situaciones, diálogos y hechos, que bien podrían no haber acontecido.
La operación
Antropoide, como se conoce el atentado que narra Binet, fue orquestada por miembros
de la resistencia checa (Jan Kubiš , Jozef Gabčík y otros comandos británicos). Lanzados en paracaídas, la misión comenzó a hacer aguas desde un buen principio. Aterrizaron a 20 km del destino. La supuesta hora en la que Heydrich debía pasar en su vehículo se demoró tanto, que a punto estuvo de suspenderse. El subfusil Sten que portaban para consumar el atentado se encasquilló, y de no haber sido por una granada
de mano, la misión habría resultado un fracaso. Pero finalmente, la explosión dejó herido de muerte al carnicero de Praga.
Días después, escondidos en la iglesia de los santos Cirilo
y Metodio, fueron traicionados por un compañero que reveló su paradero.
Acorralados, prefirieron suicidarse a ser capturados por las SS.
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